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lunes, 5 de julio de 2010

UN HOMENAJE POSTUMO


IRMA LUZ GONZÁLEZ MAUREIRA VIUDA DE DÍAZ


Nació en la localidad de Nogales el día 15 de Septiembre del año 1921, en el seno de una familia de agricultores; siendo la segunda hija del matrimonio formado por Don Juan José González Díaz y Doña Rosa Amelia Maureira Pacheco, quienes sin profesar la fe cristiana evangélica inculcaron en ella los valores que siempre han guiado su vida.

Siendo aún una niña, su familia se trasladó a vivir a Santiago, específicamente a la comuna de Recoleta donde su padre adquirió un sitio en el que construyó la casa que sería el hogar de la familia González-Maureira.

Cursó estudios de enseñanza básica en la Escuela Santo Tomás de Aquino, continuando luego en la Escuela Vocacional, nombre que recibían en ese tiempo los actuales liceos técnico-profesionales. En ese establecimiento aprendió el oficio que le sirvió para mantener su hogar, cuando su padre gravemente enfermo no pudo continuar trabajando y sus hermanos varones ya habían contraído matrimonio.

La enfermedad de su padre, desconocida para los médicos, duró aproximadamente siete años y ocasionó a la familia un tremendo daño material, ya que el jefe de hogar incluso vendió una de las dos propiedades que poseía para financiar tratamientos cuyos resultados siempre fueron negativos. Ya sin esperanza, decidieron aceptar la invitación de un vecino, cristiano de buen testimonio, que era miembro de la Iglesia Metodista Pentecostal, ubicada en calle Jotabeche N°40.

Dios hizo misericordia la primera noche que concurrieron, sin embargo los padres no continuaron asistiendo, pero las hermanas IRMA y ANTONIA de 19 y 15 años respectivamente aceptaron a Cristo Jesús en sus vidas y nunca más abandonaron la Iglesia.

Los años transcurrieron siendo ambas hermanas fieles miembros del templo de calle Jotabeche; para ellas no importaba el frío ni el calor, como tampoco las amilanaba el hecho de que vivieran tan lejos de la iglesia, y que cuando los servicios terminaban más tarde que de costumbre, la movilización sólo las trasladaba hasta la calle Einstein con Recoleta y desde allí, salvo que apareciera un carruaje, debían caminar largas cuadras hasta la calle Urmeneta, con el peligro que ello implicaba para dos muchachas solas. Dios premió muchas veces esa valentía y fidelidad demostrándoles a ambas hermanas que sus ángeles iban protegiéndolas.

Corría el año 1950, cuando después del culto dominical al momento de despedirse de quien fuera su Pastor y Obispo Reverendo Manuel Umaña Salinas, éste le dijo: “Hermana Irma el Señor tiene para usted una bendición. La espero en mi oficina el próximo Miércoles”. Obediente, llegó el día señalado a la entrevista con su Pastor y allí se encontró con un joven alto y delgado al que ella no conocía. El Ministro los presentó; él era el hermano Juan de la Cruz Díaz Pino, miembro de la misma iglesia, quien había venido desde el sur de Chile a estudiar a Santiago. Luego de la presentación nuestro Obispo Umaña le dijo a ella “este joven va a ser su esposo” y a él “ésta joven va a ser su esposa, así que desde el próximo Domingo usted la va a acompañar a la salida del servicio hasta que ella tome el microbús solamente y cuando yo se lo indique irá a conversar con los padres para pedir su mano”.

Transcurrieron algunos meses y en la fecha indicada por su Pastor el hermano Díaz fue al domicilio de la hermana Irma, habló con sus padres, pidió su mano y se acordó la fecha del matrimonio, que se realizó el día 15 de Octubre del año 1950. De esta unión nacieron siete hijos: Esther, Gustavo, Nelson, Juan Antonio, Nolberto, Erika y Elena.

Fiel compañera y esposa, cuando la familia creció y se tornó difícil desplazarse hasta el templo con tantos niños pequeños, nunca fue impedimento para que su esposo continuara al servicio del Señor en cada uno de los cargos que tuvo el Rev. Pastor Juan Díaz Pino en la antigua Iglesia y en la actual Iglesia Unida Metodista Pentecostal.

En el año 1966, después del cisma que afectó a la antigua Iglesia, el Señor inspiró a su esposo para que comenzara a predicar el evangelio. Fue así como junto a sus hijos y un par de hermanos nació la actual Iglesia San Joaquín, cuyas reuniones durante el primer año de funcionamiento se realizaron en el living-comedor del domicilio de la familia DÍAZ-GONZÁLEZ. Como siempre, a pesar de la incomodidad que esto significaba en el día a día de la familia, nunca se escuchó a la Pastora Irma quejarse ni reprochar a su esposo por la decisión que había tomado. Al contrario, ella fue el mejor soporte que el ministro de Dios tuvo para que la obra de Dios pudiera crecer; sus caracteres eran opuestos pero en este caso se complementaban muy bien.

A la cabeza del cuerpo de Dorcas tanto en el trabajo espiritual como en el aspecto material siempre se destacó por su gran empuje, entereza, valor, honestidad y por sobre todo su fidelidad y confianza en Dios a quien entregó su juventud, siendo una predicadora del evangelio al aire libre con una admirable fuerza en su voz.

Sus virtudes como mujer de Dios fueron observadas por el Ministro del Señor, nuestro Obispo Carlos San Martín (Q.E.P.D.), quien la llamó a formar parte del primer Directorio Nacional de Dorcas. Junto a nuestra Pastora Diaconisa, Otilia Alvarado viuda de San Martín y las demás integrantes de ese Directorio recorrió Chile organizando y adoctrinando a las Pastoras más jóvenes para que se sumaran al movimiento y periódicamente pudieran compartir en las diferentes confraternidades y convenciones. Suya fue la idea de que las Pastoras, al igual que los ministros de Dios, pudieran reunirse anualmente en una Conferencia de Pastoras, evento que tan hermosos resultados ha dado a través de los años, pues allí cada pastora escucha y aprende de los diversos temas que se exponen, y se fortalece con los testimonios de las demás.

En el año 1989, cuando llevaban 23 años administrando la amada Iglesia San Joaquín, la Pastora Irma y su esposo el Rev. Pastor Juan Díaz Pino, fueron trasladados a la amada Iglesia Primera de Quinta Normal, cuyo Pastor el Rev. Pedro Henríquez (Q.E.P.D.) había dormido en los brazos del Señor. Transcurridos cinco años en la nueva administración, en el año 1995 nuestro Dios Todopoderoso en su insondable designio dispuso retirar de este mundo a quien fuera su compañero y esposo por espacio de 45 años. Desde entonces se ha congregado tanto en la Iglesia “Colón Oriente”, que administra su hijo el Pastor Nelson Díaz González, como en la Iglesia “Pablo de Rocka” que administra su hijo menor el Pastor Nolberto Díaz González.

En la actualidad, debido a su estado de salud, consecuencia del implacable paso de los años que en ella suman 88, concurre sólo a los servicios dominicales. Su carrera está por terminar pero para sus hijos y para todos quienes la conocieron será siempre un ejemplo de fidelidad, fortaleza, honestidad, confianza, perseverancia, fe y por sobre todo amor a Dios y a su Iglesia. Confiamos que nuestro Dios, Juez justo le dará en aquel día su bien ganado galardón.
Amén.